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Violencia en las relaciones de pareja jóvenes: raíces psicológicas, detección temprana y prevención

La violencia en las parejas jóvenes es un precursor de la violencia en las parejas adultas. En las parejas jóvenes la violencia suele ser psicológica, plantearse de forma sutil y ser menos grave que en las parejas en la vida adulta.

Por lo que se refiere a los agresores, la violencia es más frecuente cuando hay ciertas variables de personalidad anómalas (impulsividad alta, irascibilidad, ausencia de empatía, baja autoestima), ciertas alteraciones psicopatológicas (abuso de alcohol y drogas, celos patológicos), actitudes positivas hacia la violencia y experiencias previas de violencia en relaciones de pareja anteriores. Respecto a las víctimas jóvenes, éstas tienen más probabilidad de serlo si hay un emparejamiento temprano, si tienen ciertos déficits psicológicos (una baja autoestima, carencias afectivas o problemas de asertividad), si carecen de una red familiar y social de apoyo, si adoptan conductas de riesgo y se mueven en un entorno de toxicómanos.

Eran los perfiles que dibujaba el Catedrático de Psicología Clínica Enrique Echeburua en el Curso sobre “Violencia de género en menores y adolescentes: aportaciones s un futuro con igualdad de género”

El reto actual más importante es la prevención de la violencia de pareja, especialmente entre las parejas jóvenes. El momento clave, cuando la mujer tiene mayor capacidad de elección, es al comienzo de la relación, cuando se está en la fase de exploración mutua. A veces la intuición, que funciona como un radar, le dice a la mujer que hay algo raro en la relación y algunas señales hacen sonar la alarma. Es entonces cuando una mujer puede conocer, más allá de los sentimientos y de la pasión del noviazgo (que le puede llevar a no querer ver que existe una realidad negativa al margen de sus deseos), los principios fundamentales del hombre para saber si son compatibles con los suyos (Garrido, 2001; González y Santana, 2001).

A juicio de Enrique Echeburua, los programas de prevención de la violencia en las relaciones de pareja adolescentes muestran resultados prometedores. El contenido de estos programas se ha centrado en la ampliación de los conocimientos sobre la violencia durante el noviazgo y en la modificación de las actitudes que sustentan la violencia en las relaciones de pareja, así como en la reducción de los mitos y falsas creencias en torno a los estereotipos de género. El resultado de todo ello ha sido una mayor capacidad entre los adolescentes para detectar comportamientos de violencia y una actitud más favorable para buscar ayuda en los casos necesarios, así como la mejora en las habilidades de comunicación y resolución de conflictos. Por último, los adolescentes que han participado en este tipo de programas preventivos han reducido su implicación en conductas violentas, tanto en su papel de víctimas como en el de agresores.

Cualquier programa de prevención debe incluir aspectos educativos sobre las diferentes formas de violencia contra la pareja, así como la comprensión de las variables asociadas a este tipo de violencia y la detección de los factores de riesgo.  Es necesario fundamentalmente desarrollar una educación igualitaria y no sexista. Se precisa promover también una educación basada en valores prosociales (como el respeto, el amor, la tolerancia el perdón, la responsabilidad, la empatía, etcétera). Y, por último, se trata de enseñar habilidades de comunicación y de solución de problemas para desarrollar relaciones saludables, de comunicación y de resolución de conflictos.