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“La gobernanza colaborativa y el País Vasco casan bien: Hay una cultura muy bien establecida para la colaboración público-privada”

¿Por qué se habla tanto en estos momentos de la necesidad de la colaboración público-privada? Para el profesor titular en Política Pública en Harvard Kenedy School (EEUU) John Donahue la respuesta está en que en la actualidad se asiste a una “erosión” con respecto a la capacidad de los gobiernos. Gran parte de los países ricos “necesitan” del sector privado en términos financieros pero, sobre todo, a la hora de requerir personal altamente cualificado para poder satisfacer las relaciones “más complejas y complicadas” de la sociedad actual. En este escenario, muchas de las tareas públicas requieren del “compromiso” y la “involucración” del sector privado. “En vez de que toda la acción tenga lugar en el centro a nivel de Estado hay tareas muy importantes para el bienestar de la comunidad que están teniendo lugar en toda una gama de organizaciones distintas”, expone.

En esta estrategia de mejorar las tareas públicas, quien fuera asesor de la Administración de Bill Clinton remarca la importancia de “involucrar” al sector privado. En todo caso, reconoce a título personal que la denominada gobernanza colaborativa “tampoco es ideal”. “No es lo que yo elegiría en primer lugar. Yo preferiría tener organizaciones públicas muy eficaces, muy responsables, y que las empresas hicieran su tarea como empresas”, afirma.

Pero como esta opción es inviable a día de hoy Donahue considera que la gobernanza colaborativa es “la mejor opción que podemos ver para crear valor público”. Y es que, como expone, “cada vez hay más tareas públicas que requieren de habilidades del sector privado”. Y  a este respecto pone en valor que el País Vasco tiene muy buenos mimbres de partida para lograr una buena relación público-privada. “La gobernanza colaborativa y el País Vasco casan bien. Hay una cultura muy bien establecida para la colaboración público-privada”, destaca este experto en política pública, que ha sido el encargado de impartir la conferencia inaugural del seminario ‘Gobernanza abierta y colaborativa: el caso Etorkizuna Eraikiz’ de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), impulsado por la Diputación de Gipuzkoa.

Donahue ha querido ser “muy cauto” en relación a su diagnóstico sobre el potencial del País Vasco para establecer una idónea colaboración público-privada. En todo caso, en su visita a Euskadi ha detectado que este territorio posee “características especiales” que “permiten a los vascos hacer mejor las cosas en la gobernanza colaborativa que los demás”. “La mayor parte son ventajas”, ha enfatizado. Así, ha apuntado a la pequeña población y a la consiguiente “importancia de la reputación”, que hace que la “responsabilidad y el buen comportamiento sea mucho más común que en sociedades enormes y anónimas”, y al “plus” que supone el factor de “la identidad y la tradición” con empresas que “no sólo se ven como capitalistas, sino como enraizadas en un territorio”.

“El País Vasco tiene una cultura empresarial distinta” ha alabado Donahue, que ha puesto a la Corporación Mondragon como “ejemplo” para todo el mundo. Es cierto que existen “riesgos” como las diferentes capas gubernamentales (ayuntamientos, diputaciones, gobierno español y vasco…) o las “complejas coaliciones parlamentarias”, y que hacen “que sea más arriesgada la colaboración público-privada”, pero, en su conjunto, este experto no alberga dudas de que Euskadi “tiene muchas oportunidades para gozar de los beneficios y evitar los riesgos de la colaboración público-privada”.

En su intervención, Donahue ha querido poner de manifiesto las ventajas y los riesgos que conlleva la gobernanza colaborativa. En términos generales, según ha enfatizado, la gobernanza colaborativa “tiene un amplio potencial”, si bien ha advertido de que “puede fallar si se gestiona mal”. “Si se analiza bien el modelo, si se diseña bien, si se gestiona con cuidado puede funcionar extraordinariamente bien, pero si no es el modelo adecuado, no se gestiona bien, no se analiza bien, puede ser un desastre”.

A este respecto, ha puesto como ejemplo de un mal funcionamiento de la gobernanza colaborativa el caso de las becas en Estados Unidos, donde recientemente el Gobierno ha delegado la tarea de gestionar los préstamos a los estudiantes en los bancos privados, que han actuado imponiendo “créditos abusivos” a los jóvenes. Por el contrario, ha destacado como caso de éxito el Parque del Milenio de Chicago, un desarrollo urbano artístico y recreativo que ocupa diez hectáreas.  “La gobernanza colaborativa funciona bien cuando se ha elegido bien el modelo, se ha analizado con cuidado y gestionado con destreza”, ha señalado.

Por ello, ha alertado de que “la gobernanza no es siempre colaborativa”. Entre los riesgos, Donahue ha detallado que los gobiernos pueden perder el control, verse debilitados en términos de coste y rendimiento, o ver afectada su agenda pública. “El sector privado puede influir en el trabajo público y eso es algo que nos preocupa en Estados Unidos”, ha señalado.  Otro de los peligros importantes de involucrar al sector privado en el trabajo público es que los  gobiernos “pueden perder la capacidad de hacer algo por sí mismos y no recuperarla en el futuro”. Y sin olvidar los “problemas de reputación”, ya que si los resultados no son óptimos la ciudadanía va a culpar a los gobernantes y no a las empresas privadas.

De este modo, la gobernanza colaborativa, según ha resaltado Donahue, se define como “el terreno intermedio donde se comparte la discrecionalidad, donde tanto los agentes públicos y privados comparten esa relación y tienen un grado relativo de control”. “Hay una discrecionalidad compartida, las decisiones se comparten y hay unos límites claramente establecidos”, apunta. En definitiva, “ninguno es el amo ni ninguno es el siervo”.

En los últimos 30 años se ha producido un “desequilibro importante” en los países ricos en cuanto a salarios, lo que está haciendo que los mejores estudiantes apuesten por el sector privado. Éste es “tan fuerte y atractivo como empleador” que “muchas personas que deberían estar en el Gobierno se van al ámbito privado”. Esto implica que en la actualidad los gobiernos “no tienen su proporción de talento”, por lo que “no son tan inteligentes como debieran de ser”. Por ello, se trata de resolver este desequilibrio. ¿Cómo? Las opciones pueden pasar por reforzar los gobiernos, contar con empresas socialmente responsables para realizar ciertas funciones que corresponden a las administraciones o establecer una colaboración con el sector privado dejando cierta discrecionalidad y teniendo en cuenta los factores de rendición de cuentas y responsabilidad. En todo caso, Donahue considera que este desequilibrio va a estar presente durante “mucho tiempo”.