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Ángel Pascual: “El duelo no es algo que podamos extirpar con una cirugía”

El ponente ha remarcado que se puede hablar de duelo no solo cuando hay un fallecimiento, sino que también cuando hay un divorcio, una mudanza o una pérdida de empleo, por ejemplo.

Ángel Pascual es licenciado en psicología con un máster en Counseling Integrativo Relacional en duelo y pérdidas. También es UB Psicoterapeuta acreditado por la IIPA (Asociación internacional de psicoterapia integrativa), vicesecretario del Colegio oficial de Psicología de Bizkaia y responsable del área de Psicología de emergencias y catástrofes durante 8 años (2010-2018). Ha formado parte del Curso de Verano sobre El duelo en la vida y en la muerte: la acogida y el acompañamiento personal, social e institucional, impartiendo una ponencia titulada Las dimensiones del duelo.

¿Qué es el duelo y qué conlleva pasar un duelo?

El duelo es un proceso psicológico que experimentamos a partir de la pérdida de alguien o algo significativo para nosotros. En este amplio sentido, podemos hablar de duelo ante otras circunstancias que no están relacionadas con la enfermedad o con la muerte. Puede ser la pérdida de una relación, un divorcio, un traslado de domicilio en el que dejamos atrás a amigos o familia, incluso la pérdida de un empleo puede suponer la aparición del proceso de duelo.

¿Cuáles son los factores a tener en cuenta a la hora de pasar un duelo?

Cada duelo tiene unas características. Lo primero que podemos decir del duelo es que es único e intransferible, que cada uno sentimos y expresamos el dolor de manera diferente. Al igual que no hay dos personas iguales, tampoco hay dos procesos de duelo iguales. En el duelo intervienen infinidad de factores que podríamos agrupar en tres grandes categorías.

Primero, factores de personalidad. Cómo somos cada uno de nosotros, si somos más introvertidos o extrovertidos, si somos más de compartir o más de aislarnos. Es decir, tiene que ver con nuestro carácter. Segundo, factores circunstanciales. Son aquellos relacionados con las circunstancias de la muerte, es decir, cómo se ha producido el fallecimiento; si ha sido un fallecimiento repentino, si ha sido traumático, o ha sido un fallecimiento en el que hemos podido acompañar, hemos podido cuidar, hemos podido despedirnos, etc. Todo esto va a influir también en el proceso.

Por último, otro paquete factores serían los relacionales. Son todos aquellos que tienen que ver con el tipo de relación que manteníamos con la persona fallecida y también con el apoyo que tenemos de nuestro entorno relacional. Todos estos paquetes de factores van a estar interactuando continuamente, haciendo que cada proceso de duelo sea único.

¿Cómo se acompaña correctamente a una persona que está pasando un duelo?

No hay una manera estándar porque cada duelo es diferente, cada persona es diferente y las necesidades de cada persona también son distintas. Pero sí diría que hay unas pautas básicas las cuales cualquier terapeuta necesita poner en marcha para acompañar a una persona en duelo. La primera y más fundamental es crear un espacio de seguridad. Establecer un vínculo de seguridad que le permita a la persona sentir esa confianza, esa seguridad para expresar lo que siente sin miedo a ser juzgado ni cuestionado en sus emociones, pensamientos o en lo que está pasando. Es decir, que haya una acogida genuina, una acogida auténtica sobre las necesidades emocionales y relacionales que pueda tener esa persona en su dolor, en su sufrimiento ante la pérdida de un ser querido.

¿Y cómo no se acompaña a una persona que está pasando un duelo?

Lo que no hay que hacer a la hora de acompañar o acoger a una persona en duelo es aconsejarle, cuestionarle, decirle qué está bien o mal, qué se debe hacer y qué no. En definitiva, tratar de rescatar a esa persona de su dolor, sacarle de ahí, porque ese dolor tiene un sentido dentro de su proceso. Los seres humanos desde que nacemos estamos en busca de relaciones, en busca de interdependencia. Nos construimos en base a esas relaciones, y cuando muere un ser querido muere una relación y todo lo que esa relación nos daba. Entonces, necesitamos tiempo para hacer el duelo, el duelo no es algo que podamos extirpar con una cirugía o una pastilla, el duelo es un proceso, un proceso en el tiempo, y necesitamos que la persona sienta que tiene el tiempo para poder hacer ese proceso.

¿Qué importancia tiene la comunicación, tanto verbal como no verbal, a la hora de acompañar a alguien en un duelo?

La comunicación es un aspecto importante desde el punto de vista de la presencia relacional. La persona en duelo necesita que, para sentir un acompañamiento genuino o saludable, la persona que le esté acompañando sea una persona que no le juzgue, que no le cuestione, que pueda empatizar con su dolor, con su sufrimiento y poder ir elaborando, progresivamente a lo largo del tiempo, ese dolor y ese sufrimiento. Es algo así paradójicamente como darle sentido a algo que no tiene sentido.

¿Cuál es nuestra situación social respecto a la salud mental? ¿Es un tema del que se habla lo suficiente? ¿Hay suficiente ayuda por parte del sector público?

Sin duda la parte del sector público está a años luz de satisfacer la demanda de la necesidad de la población. Por eso, en el ámbito de la psicoterapia fundamentalmente se da en el ámbito privado, porque no hay suficientes profesionales en el sector público para atender la importante demanda que hay a nivel social. Específicamente, en el caso del duelo hay muchas asociaciones, terapeutas que trabajan en el ámbito asociativo que trabajan para acoger a las personas en duelo.

En ese sentido, creo que cada vez estamos más concienciados de la necesidad de especializarnos en cómo acompañar a las personas que se enfrentan a situaciones de procesos de pérdida de seres queridos. Hemos dicho que el duelo no es una enfermedad, es un proceso de adaptación. Antes, este acompañamiento se hacía de una manera familiar, social, comunitaria, con los amigos y la familia. Pero es verdad que cada vez las familias son menos extensas y la sociedad está cada vez más individualizada. Eso hace que muchas veces las personas en duelo no tengan recursos relacionales y sociales para sentirse acompañadas en su proceso.

Ahí hay una parte también social que tiene que ver con la parte de tabú, de hablar de la muerte, de hablar del final de la vida. Actualmente estamos en una sociedad muy hedonista, basada en los principios del placer rápido, y no hay una parte pública a la hora de hablar de la muerte, dónde podamos hablar con tranquilidad de esto que todos en algún momento vamos a tener que experimentar, que es la pérdida de nuestros seres queridos y nuestra propia muerte.

¿Quieres mandar un mensaje final?

Me parece muy bien que se organicen jornadas de este tipo, que sirvan para concienciar de alguna manera a la ciudadanía de la importancia del acompañamiento en procesos de duelo, en proceso de final de la vida. Y que sea la administración de justicia quien organice el curso me parece más importante todavía. A veces, la ciudadanía puede sentir cierta lejanía con la administración de justicia. Es muy positivo ver que a las propias personas que llevan, que comparten la responsabilidad en la administración de justicia decidan y apuesten por hacer un trabajo dentro de la administración para mejorar las necesidades de las personas que están en duelo.