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Daniel Martín-Montalvo: “Somos capaces de saber lo que pasó hace dos años, pero no lo que está pasando hoy en día”

Además de lanzar un mensaje positivista en cuanto al futuro de la medición de datos medioambientales, Martín-Montalvo ha destacado que el avance constante que vive la tecnología les va a ayudar a ser más eficientes

Daniel Martín-Montalvo coordina las actividades sobre economía circular, análisis económico, financiación sostenible y evaluación de políticas ambientales en la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) . Ha participado en el Curso de Verano llamado Escuela de medición ambiental avanzada, impartiendo una conferencia inspiradora: De los datos a las soluciones: cómo el monitoreo impulsa la transición ecológica.

¿En qué consiste tu intervención y qué te ha hecho llevarla a cabo?

La intención de mi intervención es inspirar a las personas que han asistido a la iniciativa sobre cómo podemos dar valor a la medición pública de datos medioambientales, conservando las cosas buenas que tienen los sistemas que tenemos en el sistema público, pero también pensando en cómo podemos hacer que sean mejores en los años que vienen.

¿Qué importancia tiene la economía circular en el camino hacia una mejora de la calidad medioambiental?

La economía circular no es una finalidad en sí misma. No es que queramos tener un 70% de circularidad porque sea un objetivo medioambiental per se. La economía circular es una herramienta para cumplir otros objetivos. Si la circularidad en nuestro sistema económico sube, vamos a contribuir a la lucha contra el cambio climático, a reducir las presiones sobre la biodiversidad. En ese sentido, la economía circular tiene esa importancia. Por ejemplo, en el contexto del cambio climático, la primera parte de ese tránsito a un sistema climático más estable es la descarbonización del sistema energético. Pero, el resto de la descarbonización va a venir por la desmaterialización de la economía, y ahí es donde la economía circular puede ayudar.

¿Qué avances significativos habéis logrado en los últimos años?

La crisis medioambiental del planeta es una crisis que hemos visto científicamente desde hace 150 años aproximadamente. La política ambiental empezó a existir como tal en los años 60 del siglo pasado y empezó con problemas muy específicos que hoy en día son mucho menos importantes en la realidad del ciudadano europeo. Por ejemplo, en los años 70 se empezó a construir una política para luchar contra la contaminación del aire; había fenómenos como la lluvia ácida, que ponían mucha presión en los bosques del norte de Europa, fruto de las emisiones de óxidos de nitrógeno o de óxidos de azufre. Ese problema ha sido solucionado, en gran parte, fruto de esas políticas medioambientales que se iniciaron en ese momento.

Pero ahora nos encontramos con otros retos y hay muchas historias positivas. Por ejemplo, el agujero de la capa de ozono es otro fenómeno asociado a la utilización de determinados químicos, por ejemplo, en la refrigeración, y hemos abandonado completamente el uso de esas sustancias hoy día. Estamos empezando a ver, con las mediciones que tenemos de la situación de la capa de ozono, una recuperación inminente de esa parte de la atmósfera. Y podríamos continuar con otros ejemplos. Sin embargo, nos encontramos con retos increíblemente relevantes como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad a escala planetaria.

Eso va a requerir continuar midiendo esos problemas para tener un diagnóstico correcto. Pero, más que el diagnóstico, que yo creo que es algo en lo que somos bastante buenos como sociedad, lo que necesitamos es una medición de cómo funcionan las soluciones, de cómo las políticas ambientales están realmente cambiando las situaciones que generan estos problemas. Si no medimos no vamos a ser capaces de saber cómo estamos, pero, sobre todo, no vamos a ser capaces de saber hacia dónde vamos.

¿Qué barreras os encontráis a la hora de intentar afrontar esos retos?

Un gran problema de los sistemas actuales de medición pública es el hecho de que no tienen la agilidad que tiene nuestra sociedad hoy día. Somos capaces de saber lo que pasó hace dos años, pero no lo que está pasando hoy en día. Y la sociedad tiene shocks continuos; tenemos una pandemia, tenemos una guerra a las puertas de Europa. Todas estas cosas generan distorsiones muy grandes que son muy difíciles medir en tiempo real. Este es uno de los grandes retos que tenemos hoy en día en los sistemas de medición del medio ambiente, pero también de muchos otros parámetros sociales.

¿Cómo os ayuda el avance tecnológico constante que vivimos hoy en día?

La tecnología juega ya un papel increíble en todo esto de saber cómo está funcionando el medio ambiente en Europa o en Euskadi. Pero, va a jugar un papel muchísimo mayor. Yo lo veo como una herramienta que nos va a hacer ser todavía más eficientes en entender lo que ocurre. Lo que también va a traer es una manera diferente de entender la producción de datos medioambientales. Muchas veces vamos a tener acceso a mucha más información que individualmente, quizás, tenga menor calidad. Pero, la combinación de muchas fuentes de información diferentes nos va a generar un dato que está mucho más cerca de la calidad a la que aspiramos. Entonces, yo creo que es un poco esa tensión entre generar un dato rápido y generar un dato suficientemente bueno. La tecnología será, probablemente, la herramienta que consiga equilibrar estas dos cosas.

¿Quieres dar algún mensaje?

Quería agradecer que nuestra organización haya sido invitada a esta reflexión sobre la medición del medio ambiente. También quería mandar un mensaje de positividad, porque están pasando muchas cosas y muy positivas. El hecho de que tengamos datos públicos de calidad, que lleguen a la ciudadanía, no va a ser sino algo fundamental para el cambio que necesitamos para solucionar esta crisis planetaria que tenemos en cuanto a la destrucción del medio ambiente.