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“La Agenda 2030 reconoce los riesgos futuros, pero no tiene los mecanismos políticos para reconocerlos en la propia agenda”

“Los cambios introducidos por la globalización, el proceso de digitalización y la transición energética están reorganizando nuestras formas de relación social y económica lo que nos obliga a definir un nuevo contrato social que responda a estos nuevos desafíos”. Estas son las palabras del profesor del Instituto Universitario Europeo, ex director de la Escuela de Gobernanza Transnacional y Decano de la Global School of Law de la Universidad Católica de Portugal, Miguel Poiares Maduro, en el curso sobre “La agenda 2030, un nuevo contrato social".

Así como el Estado Social dio respuesta a los cambios introducidos por la revolución industrial hoy los nuevos retos nos enfrentan a un desafío idéntico. La Agenda 2030 es un intento de la ONU para identificar las bases de ese nuevo contrato. Contiene 169 objetivos muy loables pero que necesitan de unas respuestas previas: ¿Cómo nos organizamos y dónde para conseguirlos? ¿Quién es responsable?


La Agenda 2030 se puede abordar desde diversas perspectivas, podemos analizar las dificultades, las nuevas exigencias sociales derivadas de nuestra longevidad y del hecho de que globalmente la población está en disminución demográfica, sobretodo en los países ricos. ¿Cómo nos vamos a organizar de manera eficiente en una nueva gestión de nuevos recursos financieros necesarios para una mayor dependencia social?


Habría que por de pronto utilizar nuevas formas de innovación social introduciendo en la economía de mercado objetivos sociales. Es decir, no reducirse a las políticas públicas sino a hacer partícipes a los agentes privados del mercado. Alinear la actividad lucrativa del mercado con la producción de bienes sociales.
De otra parte, habría que organizar el Estado de tal manera que no se centren en la prestación de servicios sino en la obtención de resultados. Títulos de impacto social contratados por inversores privados que sólo se pagan por objetivos cumplidos, es decir, impacto social logrado.


Miguel Poiares Maduro dirigía su atención a las preguntas ¿quién y cómo intentar lograr los objetivos 2030? ¿Cómo asegurar su cumplimiento y a quién responsabilizar si no se alcanzan? 


“No hay política si no hay comunidad política. La articulación en diferentes niveles de la organización política para conseguir los objetivos 2030 es la gran cuestión y la gran dificultad”.


Gran parte del nuevo contrato social depende de relaciones económicas y sociales entre agentes que no responden a una división competencial entre Estados u organizaciones políticas regionales, pero seguimos funcionando políticamente con ese esquema organizativo. Lograr cumplir los objetivos 2030 y aspirar a un nuevo contrato social cuentan con la dificultad/necesidad de reorganizar la política al margen de los Estados en este mundo cada vez más interdependiente.


Utilizando una obra del arqueólogo Giorgio Buccellati sobre el origen de la política estudiando territorio sirio, Miguel Maduro hablaba del “primer espacio político de la historia”. Esa primera urbe mesopotámica estaba compuesta por personas que necesitaron no afianzar su identidad sino solucionar los conflictos que surgían por compartir el territorio y utilizar sus recursos (Espacio territorial). En paralelo se desarrolla “un lenguaje que codifica reglas y conceptos susceptibles de transmisión a otros”.
“Estos dos conceptos son muy útiles en la política actual: la política para resolver los problemas en territorios con necesidades de interdependencia dentro de la diversidad, haciendo posible un lenguaje común. Lenguaje que le permita solucionar los conflictos y organizar sus recursos comunes".


Nuestras formas de interdependencia son paralelas a la existencia de los Estados. “No tenemos ni formas políticas ni lenguaje común que nos ayuden en la creación de esas formas políticas. Es la gran dificultad".


“El nuevo contrato social se tiene que basar en un mundo nuevo interdependiente”. Los Estados u otras formas políticas menores han sido los receptores del antiguo contrato social porque era el espacio político que más fácilmente podía coordinar la necesidad de inclusividad de la población y también su delimitación. Es decir, definir cuáles eran los sujetos de derecho. “La idea de solidaridad implica también la idea de cierre. En la medida en la que nuestra interdependencia crezca más, necesitamos responder a necesidades redistributivas mayores. ¿Quiénes van a tener voz o capacidad de participación si los problemas afectan a espacios que superan las actuales organizaciones políticas?


Miguel Poiares Maduro decía que “para tener mecanismos de redistribución eficaces tenemos que tener un mínimo grado de determinación de quienes van a ser los beneficiarios. Ya en la UE el grado de interdependencia está claramente reflejado en los datos. Esta interdependencia genera acciones redistributivas. Las empresas funcionan en clave europea en donde la competencia fiscal determina su ubicación (caso de Irlanda). Se llaman externalidades democráticas que se convierten en déficits democráticos por sus impactos en otras comunidades.

Otro aspecto que consideraba fundamental era la irrupción de los nuevos agentes transnacionales privados como son los dueños de las redes sociales, que dominan un mundo paralelo con su propia política editorial. ¿Quién domina la libertad de expresión en este espacio público? Deciden ellos. Entidades con un poder semejante al poder ejercido en el mundo tradicional. La UEFA y la FIFA serían otros ejemplos de poder (el 3.7% del PIB europeo está en sus manos).


Miguel Poiares Maduro no cree en absoluto en reducir la política de interdependencia sino intentar que converjan las políticas interestatales para reestablecer el contrato social. La UE por su dimensión es una oportunidad y debería aprovechar su denominada Autonomía Estratégica de Europa.


La cuestión es cómo reorganizar nuestras democracias para dar una salida a la Agenda 2030, es decir, ¿el Contrato Social que la globalización y la transformación digital ha cambiado, ha modificado nuestras formas de organización social?

Protoautoritarismo

El grado de insatisfacción sobre la democracia de la ciudadanía ha ido en aumento. El crecimiento de los movimientos populistas también. Populismo que enfrenta la supuesta “voluntad popular que ellos dicen representar. Una voluntad monolítica y no plural que les facilita su autoritarismo en cuanto llegan al poder, en contra de una élite que defiende la separación de poderes sólo para defender sus intereses".


Cada vez más personas no se encuentran representadas en el sistema político lo que parece restar credibilidad a la democracia. Por otra parte, los nacimientos de algunas democracias no han derivado en un crecimiento económico y de bienestar social porque nacían en situaciones de estrangulamiento económico. La relación democracia vs. crecimiento económico, se ha puesto en solfa.


Déficits democráticos entre generaciones


Problemas de espacio de la política y de tiempo, porque la política funciona en el corto plazo. Para ejemplos, las actuaciones de los gobiernos durante la pandemia. Bill Gates la había anunciado hace años y cuando llegó a China el resto de los gobiernos no supieron actuar a tiempo. Con la crisis climática que nadie duda, que sabemos que tenemos que actuar, pero aducimos que no tenemos instrumentos para hacerlo.


“La Agenda 2030 reconoce los riesgos futuros, pero no tiene los mecanismos políticos para reconocerlos en la propia agenda”.


Un tercer vértice de su problema es la transformación digital que está convirtiendo un hecho cuantitativo en cualitativo. Las ideas en el mundo digital fluyen, no a velocidad de libro, sino en un flujo permanente que puede hacernos más copartícipes para lo bueno y para lo malo. Podemos participar incluso de una “verdad” creada por un perfil falso de las redes sociales. Está demostrado que creemos más en las ideas más compartidas en las redes sociales. Este cambio que en el fondo es cualitativo impacta directamente en la democracia y cambia los criterios de dirección democrática. Las editoriales periodísticas han desaparecido para que nos embebamos de las editoriales creadas por los algoritmos de las redes sociales que nos sumergen en “ese espacio democrático” que tienden a crear burbujas que conforman los otros que piensan como nosotros”.


Para explicar el último desafío Miguel Maduro se remitía a la obra de Dante “La Divina Comedia”. Virgilio no podía entrar en el paraíso por carecer de pasión y necesitó de Beatriz para equilibrar su razón. 


“Necesitamos siempre de razón y de emoción. Sin la pasión de Beatriz no habría paraíso y sin la razón de Virgilio no hubieran llegado a su puerta. La gran tentación de la política hoy es esa tensión. La emoción puede estar dominando demasiado la política disminuyendo los elementos de razón relacionados con conceptos de democracia representativa. Uno de los desafíos de la Agenda 2030 es que se trata de un proyecto racional. Necesitamos reintroducir elementos de racionalidad en nuestra política, pero necesitamos en los nuevos espacios políticos globales crear instrumentos que conecten emocionalmente a las personas con esos objetivos.