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Karlos Pérez: “En el caso de Gaza el hambre se está usando deliberadamente como una táctica militar”

El profesor ha destacado que Israel tiene elementos que le hacen poderosa e influyente, y que por eso se puede permitir actuar con cierta impunidad

Karlos Pérez es profesor de Relaciones Internacionales en la facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco e investigador de HEGOA, un instituto de estudio sobre desarrollo y cooperación internacional. Ha formado parte del Curso TopaGune. Gaza y Colombia: El hambre como arma de guerra, la seguridad alimentaria como camino hacia la paz con su ponencia titulada El uso del hambre como arma de guerra. El caso de Gaza.

¿En qué consiste tu ponencia y qué te ha llevado a querer impartirla?

Como investigador llevo años trabajando en dos planos, dos ámbitos que, de alguna manera, se cruzan o se encuentran en el curso. Por un lado, temas de conflictos armados y construcción de paz y, por otro lado, seguridad alimentaria. Mi participación en el curso es para analizar, por un lado, cómo en muchos escenarios el hambre es usada como un arma de guerra y, en segundo lugar, cómo eso está ocurriendo en particular en estos momentos en el caso de Gaza.

En el caso de gaza, ¿Crees que el hambre está siendo un efecto colateral o está siendo provocada intencionadamente?

En muchos contextos el hambre surge como un efecto colateral no intencionado del conflicto armado, es decir, fruto de la destrucción, la pobreza, etc. Pero, en otros contextos, el hambre se busca deliberadamente como una táctica militar, y ese es el caso de Gaza. Podemos hablar de tres razones para afirmar esto. Por un lado, hay múltiples declaraciones de dirigentes políticos o militares de Israel que han aludido al exterminio, a arrasar gaza, a matar población gazatí, a hacerles pasar hambre, etc.

En segundo lugar, durante muchos meses se han ido generando informes de agencias de Naciones Unidas y ONGs que han ido dando pruebas de cómo la situación alimentaria se ha ido deteriorando y de cómo se estaba gestando una hambruna. Finalmente, un informe del llamado IPC, que es un organismo internacional abalado por Naciones Unidas y que analiza la situación de seguridad alimentaria en contextos de crisis, ha declarado que ha estallado la hambruna en la ciudad de Gaza y zonas circundantes. Entonces, durante mucho tiempo ha habido información, la hambruna se ha ido gestando lentamente y el gobierno de Israel no ha tomado medidas para evitarlo.

Y, en tercer lugar, lo más importante. Se constata el uso sistemático, deliberado, planificado de diferentes tácticas orientadas a provocar el hambre en la población gazatí. Por ejemplo, el desplazamiento del 90% de la población que ha sido desplazada de un lugar a otro y de forma reiterada, sin garantizarles condiciones sanitarias o alimentarias básicas; la restricción a la entrada de ayuda alimentaria al territorio; la destrucción del sistema sanitario; la destrucción de todas las infraestructuras para la producción de alimentos en Gaza. Entonces, ha habido políticas orientadas a provocar el hambre como arma de guerra.

¿Qué tácticas existen y cuál es su objetivo?

Hay multitud de tácticas. Contaminar el agua, minar territorios de cultivo, para la ganadería o zonas de paso, robar los alimentos para destinarlos a fuerzas militares. Hay una gran cantidad de tácticas, muchas de las cuales se han utilizado en el caso de Gaza.

Hay muchas organizaciones de agencias de Naciones Unidas u ONGs de derechos humanos que están hablando claramente de que el objetivo es la limpieza étnica, es decir, la expulsión de la población palestina, y/o el genocidio, es decir, la destrucción total o parcial de todo ese grupo humano. ¿Con qué objetivo? Parece que, según algunos análisis, lo que Israel estaría buscando es concentrar en el sur de la franja de Gaza a la población en unas condiciones humanitarias invivibles, con hambre, enfermedad y hacinamiento, de tal forma que en un momento dado esa población se fuera de la franja cruzando la frontera con Egipto y que se dispersara, para poder eliminar esa población de Gaza y poder colonizarla en el marco de una aspiración que tienen los ultranacionalistas israelíes en construir lo que llaman el gran Israel, que es un estado de Israel con unas fronteras mucho más amplias de las que se le concedieron por Naciones Unidas en el año 1948.

Viendo el auge de iniciativas a favor de Gaza, ¿Hay motivos para tener esperanza?

Hasta llegar al contexto actual del conflicto de Gaza, es decir, antes de los atentados de Hamas del 7 de octubre de 2023, mi análisis es que nos estábamos acercando a una situación en la que era posible acabar con el uso del hambre como arma de guerra. Esa práctica ha ido disminuyendo a lo largo de las décadas, desde que acabo la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Luego, sin embargo, en 2017 se alertó de la gestación de cuatro hambrunas en países en contextos de conflicto armado. Ahí hubo un rebrote. Esto hizo que aumentara el interés político, académico y operativo al respecto. Hasta el año 2023 parecía que había diferentes iniciativas que podían llevarnos a acabar con esta práctica, pero lo que vemos ahora que se está llevando de manera sistemática y amplia por parte de Israel con total impunidad.

Algunos de eso mecanismos que se han desarrollado, por ejemplo, una resolución aprobada por el consejo de seguridad de Naciones Unidas en el año 2018, que es la resolución 24/17 que prohíbe el uso del hambre como arma de guerra y recordemos que estas resoluciones son obligatorias, no se están cumpliendo en el caso de Gaza. Lo que estamos viendo es un gravísimo retroceso en el cumplimiento de normas que ya existen. Esa resolución o todo el derecho nacional humanitario, que es el derecho aplicable en contextos de conflicto armado, los convenios de Ginebra, la convención contra el genocidio, etc. Todo eso se está incumpliendo por la protección que países como EE. UU. o Alemania le están dando a Israel.

Entonces, ahora mismo la verdad es que no hay muchas razones para ser optimistas. Quizá podamos ver algunos motivos de esperanza en algunas iniciativas legales que ha habido por la corte penal internacional y el tribunal penal internacional, pero claro, cualquier resolución que emitan va a tardar tiempo y difícilmente se va a poder aplicar porque la aplicación de cualquier sentencia dependería de la voluntad de los estados. Por lo que no es un motivo de esperanza muy fuerte. La movilización de la sociedad civil, la presión que se puede ejercer a los gobiernos, a Israel, pueden abrir espacios para que esto no se haga con impunidad. Pero, todas estas reacciones están siendo muy lentas y para mucha gente de Gaza no van a llegar a tiempo.

¿Cómo se explica que hoy en día se permita, por parte de los que tienen poder, que pase lo que está pasando en Gaza?

Aunque es un país pequeño, tiene elementos que le hacen poderoso e influyente. Por un lado, factores geopolíticos. Históricamente, Israel ha cumplido la función de ser el guardián de los intereses de occidente, y en gran parte de EE. UU. En la zona del próximo oriente; una zona con petróleo, con el canal de Suez y que es una zona de tránsito del comercio internacional. Además, es un país con armamento nuclear y con una alta tecnología en materia militar y de seguridad, espionaje, control de la población, etc.

Segundo, tiene todo un respaldo en ámbitos económicos. No solo por Israel, sino por la red de apoyos que tiene en amplios sectores del judaísmo de diferentes países. Es decir, magnates, personas muy ricas que son sionistas, que defienden el estado de Israel y sus políticas y que están muy bien ubicados en fondos de inversión, grandes empresas, incluso medios de comunicación y que dan un respaldo económico y político a Israel.

Luego, hay factores de tipo ideológico, de imagen, etc. Tiene que ver con el hecho de que se fundó en buena medida para dar cobijo a personas judías que habían escapado del holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Eso le ha dado cierta legitimidad. Pero, también hay toda una red de apoyo internacional al sionismo, es decir, a la idea de crear y tener un estado para las personas de religión judía. Es un respaldo ideológico, con elementos religiosos, no solo entre judíos, sino también entre cristianos sionistas. De esto se habla poco.

Por ejemplo, en EE. UU. hay varias decenas, entorno a cuarenta millones de evangelistas que son sionistas, que defienden a Israel porque creen que es un prerrequisito para la vuelta de Jesús a la tierra. Entonces, hay una razón religiosa. Es un sector muy conservador, que tiene mucho peso en las elecciones norteamericanas y que ha sido uno de los bastiones, de los puntos de apoyo de Trump. Eso contribuye a modelar las políticas de apoyo de EE. UU. hacia Israel. Así que, por un lado, tenemos el interés geopolítico y por otro estos factores de política interna, electorales.

Luego también hay otros factores como los discursos; el discurso de que Israel tiene derecho a su seguridad, sin pensar en la seguridad de la población palestina; el discurso en torno al terrorismo, quién es terrorista, cómo se usa ese calificativo; hay una islamofobia, sobre todo en sectores de extrema derecha, que también pone las cosas más difíciles a los palestinos. Entonces, hay un montón de factores en el ámbito de los discursos, de los imaginarios, de las ideologías políticas y elementos religiosos que proporcionan un telón de protección a Israel en estas prácticas.

¿Quieres transmitir un mensaje final?

 El escenario está muy complicado, pero yo creo que hay que confiar en el papel que tiene la sociedad civil para presionar, para exigir a los gobiernos. Vivimos en un contexto donde los gobiernos, por diferentes razones, se mueven entre el apoyo directo a Israel o la pasividad, incluso a veces la crítica, pero sin una denuncia clara. Eso hace más importante que la sociedad civil se movilice, critique, genere un discurso alternativo haciendo valer la importancia de los derechos humanos, que tienen que ser respetados en todas las circunstancias y no en función de los intereses geopolíticos de una u otra potencia. Entonces, creo que es necesario y, probablemente la única salida para esta situación, que la sociedad civil a nivel global se movilice, presione y exija rendición de cuentas para el gobierno israelí y para aquellos gobiernos o actores que son cómplices y que le respaldan.