Los prejuicios morales asocian los cuerpos gordos con valores que la sociedad considera negativos
Magdalena Piñeyro Bruschi es licenciada en Filosofía y Máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad, además de investigadora independiente especializada en género y diversidad corporal. En esta conversación con Magdalena se abordan temas como la gordofobia y sus peligrosas consecuencias en la cotidianidad de todas las personas.

El 7 de julio, dentro del marco del Curso TopaGune Diversidad corporal, clave para la convivencia llevado a cabo en el Palacio de Miramar de Donostia, Piñeyro expuso su visión sobre los cánones estéticos actuales y el gran riesgo que suponen para la salud.
¿Qué es la gordofobia?
Cuando hablamos de gordofobia hablamos de un sistema de opresión y de discriminación que excluye, violenta y somete de alguna manera a las personas gordas por el hecho de ser gordas. Se basa en una serie de prejuicios morales que asocian los cuerpos gordos con valores que la sociedad considera negativos como la pereza, la vagancia, la falta de disciplina, la falta de control etc.
Todos esos prejuicios han construido un sistema ideológico que genera que cada vez que vemos una persona gorda automáticamente creamos que sabemos todo de esa persona solo con mirarla. Vemos una persona gorda y automáticamente caen todos esos prejuicios que tenemos totalmente interiorizados en nuestra mente. Están relacionados con vagancia, con falta de control, con indisciplina, muchas veces incluso con la mentira.
¿Cómo se refleja la gordofobia en la consulta médica?
La gordofobia médica se traduce en que cuando una persona llega a una consulta médica con cualquier tipo de dolencia el médico automáticamente le diga que su problema es que está gorda, que la gordura es – supuestamente– una enfermedad y que lo que va a solucionar todos sus problemas es la bajada de peso. Además, cuando tú le dices que tu dolencia es de un tipo o de otro o que has hecho todo lo posible por adelgazar y que no lo logras, va a creer que es mentira.
La gordofobia médica supone una vulneración constante de la propia salud de las personas gordas. Sus síntomas no son escuchados, ni atendidos, ni investigados. Siempre que hablo de gordofobia médica me gusta dejar claro que no es para señalar a ninguna persona en concreto ni a ninguna práctica en concreto, sino que estamos hablando de un sistema ideológico, un sistema estructural, que se traduce en comportamientos y en educación en las universidades. Es decir, ninguna persona es culpable de ser gordofóbica ni de practicar la gordofobia médica en su consulta, aunque sí apelamos a la responsabilidad de ir cambiando poco a poco estas prácticas, de ir deconstruyendo lo que hemos aprendido y construyendo otras maneras de atender a las personas gordas. Sobre todo, porque tiene unas consecuencias nefastas para nosotras. Estamos hablando de que a ciertas personas no se les diagnostica hasta mucho tiempo después de la primera consulta. Se puede tratar de una gripe, pero también de un cáncer. Estamos hablando de una situación bastante grave; el paso del tiempo te juega en contra.
Lo que necesitamos es que nos escuchen y que investiguen. Que se pregunten qué harían si la persona que cruza la puerta fuese flaca, pese a tener los mismos síntomas.
¿Por qué crees que sigue existiendo la necesidad de defender y argumentar continuamente aspectos tan fundamentales como el derecho a asistir al médico, al fisioterapeuta, al psicólogo, incluso el derecho a morir en paz?
A veces me doy cuenta de que estoy harta y cansada de tener que justificar -científicamente incluso- que merezco respeto y derechos. La realidad es que, en la actualidad, y sobre todo en la sociedad occidental, las personas gordas carecemos de muchos derechos fundamentales. Es una cuestión que llevamos muy poco tiempo abordando y todavía hay muchas personas que no se atreven a hablar en voz alta ni a denunciar. Pero también hay personas haciéndolo; estamos denunciando que todo esto está sucediendo. Es importante que cada vez seamos más las que nos atrevamos a hablar de esto porque es la única manera con la que podremos conseguir que se reconozcan esos derechos. La mejora de las consultas médicas, que se investigue la salud sin gordofobia, que tengamos acceso a recursos económicos, a derechos laborales etc.
La gordofobia existe en el ámbito laboral y no está recogido como una de las discriminaciones. La gordofobia también es un delito de odio, es parte del bullying escolar en los centros educativos. Necesitamos hablar de esto para que la sociedad cambie. Por suerte, cada vez somos más las personas que alzamos la voz contra la gordofobia.
¿Qué prácticas pueden cambiar la situación y combatir la gordofobia?
Hay muchos aspectos en los que podemos ir poniendo nuestro granito de arena, pero creo que lo más importante es que entendamos que las personas no elegimos los cuerpos que tenemos. Los cuerpos son producto de determinados contextos y de complejidades económicas, biológicas, culturales, políticas… y no debemos estigmatizar a nadie por ser como es y por tener el cuerpo que tiene. Debemos entender que el enemigo no está dentro de nosotras, sino fuera.
La persona que sufre discriminación no es la culpable de sufrirla. Muchas veces se nos ha señalado diciendo algo como “si tú no quieres que se te discrimine, adelgaza”. No, yo tengo el derecho a tener el cuerpo que tengo y no puedo modificarlo a mi voluntad. Lo importante es que entendamos que hay todo un contexto de discriminación y violencia que a mí me está afectando en mi salud. Cuando la gente dice que le preocupa mi salud, yo les digo que prefiero que se preocupen por acabar con la gordofobia de esta sociedad.
Por lo tanto, podemos cambiar la manera de mirar, podemos dejar de comentar los cuerpos ajenos, podemos luchar contra la gordofobia y unirnos como personas activistas, dejar de promover el adelgazamiento y las dietas. Cuando hablamos de gordofobia en términos generales nos afecta principalmente a las personas gordas, pero también salpica a las personas delgadas. ¿Cuánta gente (tanto personas delgadas como gordas) termina con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) debido a la gordofobia? En el tema de la gordofobia, cuanto más tiramos del hilo, más profunda es. Todavía hay mucho que cambiar.
¿Cómo sería una sociedad sin gordofobia?
La tenemos tan interiorizada que somos incapaces de imaginar cosas bonitas para las personas gordas. Si viviera en un mundo sin gordofobia podría ir al teatro tranquila. Yo no quepo en la mitad de los teatros de Pamplona y a mí me encanta ir al teatro. Tampoco quepo bien en los cines, en algunos transportes públicos… Lo paso muy mal cuando tengo que viajar en avión. Yo soy de Uruguay y querría ir a ver a mi familia, pero el hecho de estar 11 horas en un avión en el que prácticamente no quepo es algo horrible.
Creo que me cambiaría incluso el estilo de la ropa. Siempre me he preguntado cómo sería vivir en un mundo y escoger mi estilo. Yo visto con lo que me entra, no con lo que sueño.
También podría ir al médico tranquila. Me cambiaría la vida por completo.
¿En qué momento empiezan a preguntarse las infancias si un cuerpo es más o menos válido?
Como personas adultas tenemos una responsabilidad muy grande de ver qué mensajes estamos transmitiendo a las infancias. Si yo estoy comentando constantemente de forma negativa mi cuerpo, machacando mi cuerpo con dietas, obsesionándome con conseguir un canon estético determinado… probablemente seré ejemplo para que los menores a mi alrededor adquieran ese tipo de comportamiento. Lo más importante es deconstruirnos nosotras mismas y después generar buenas prácticas que den buenos ejemplos. Hay una parte de responsabilidad en los centros educativos de abordar los casos de bullying, y también en el contenido que consumen tanto en redes sociales como en películas, series y demás, donde hay una reproducción constante de la humillación gordofóbica. Como sociedad no deberíamos permitir eso y se podría regular. Todo eso es un constante mensaje que hace que haya niñas de 6-7 años con un TCA. Las adultas tenemos mucha responsabilidad de lo que sufren las infancias.