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En un Cohousing la arquitectura se diseña para favorecer la vida en comunidad, para que se produzca de forma natural el encuentro y los cuidados mutuos

“El principal reto no es la arquitectura ni la gestión de cooperativa. Es el proceso participativo y de transformación personal lo que hará posible una comunidad de cuidados, que al fin y al cabo, es lo que pretende ser un Cohousing senior".

Es un proceso difícil y lento en donde los facilitadores, y las y los arquitectos, no podemos buscar atajos a los problemas sino acompañar a los grupos, y en momentos determinados, ayudarles a poner en orden las ideas y animarles a que adquieran los aprendizajes personales que conduzcan a afianzar los vínculos personales que les permitan transitar a una nueva vida en comunidad, donde todos los procesos de decisión son participativos, con un sistema de gobernanza absolutamente horizontal. Un proceso lento de 3-4 años para vivir en comunidad, en donde el propio proceso es esencial para la creación de esa comunidad”.


Lo explica Miguel Ángel Mira, arquitecto y presidente de la Asociación Jubilares en su intervención en el curso Arquitecturas para el envejecimiento organizado por el clúster de equipamiento, madera y diseño HABIC. El Curso de Verano se celebrará el 14 y 15 de septiembre.


“Son personas que afirman no querer terminar en una residencia geriátrica. A veces ocurre que se dan cuenta que convivir en un Cohousing senior exige un grado de compromiso personal muy alto y mucho trabajo, y en momentos de desánimo tienden a proponer soluciones propias de los centros geriátricos tradicionales, donde la institución está por encima de las personas. En esos momentos conviene recordar que no querían vivir en un geriátrico; que no caben soluciones que den prioridad a la organización sobre los deseos de las personas, pues era su deseo vivir en un modelo centrado en la persona. Puede ser un modelo más lento o menos eficiente, pero es más eficaz en alcanzar su objetivo principal, que no es otro que el bienestar general de las personas”.


“Las personas que entienden desde el principio que van a experimentar una transformación personal lo llevan mejor que aquellas que se ven como ya maduras y que no necesitan hacer ningún cambio personal”.


La Asociación Jubilares está involucrada en el proyecto de Comunidades de Cuidados, impulsado por el Ministerio de Derechos Sociales.

“Las comunidades de cuidados eran la forma de organización social más habitual en un pasado no muy lejano. Personas que vivían en entornos de proximidad establecían compromisos no escritos de cuidado mutuo, a partir de vínculos familiares o de vecindad. El Cohousing intenta recuperar lo mejor de aquellas comunidades, estableciendo compromisos explícitos de cuidados hasta el final de la vida, en los que la buena convivencia será el recurso más valioso para la viabilidad material y emocional del proyecto, pues podrá generar cuidados mutuos de forma voluntaria, con independencia de que también decidan contratar algunos servicios profesionales”.
“El concepto Cohousing no está protegido por una patente, y por tanto, se entiende y se usa de diversas maneras. Algunos lo entienden solo como un espacio físico donde se organizan los vecinos para contratar servicios, y donde se producen experiencias de convivencia".

"En la asociación Jubilares entendemos que el eje fundamental es precisamente la convivencia, y por tanto, podemos hablar de un espacio emocional. En un Cohousing la arquitectura se diseña para favorecer la vida en comunidad, para que se produzca de forma natural el encuentro, y con él los cuidados mutuos -entendidos de forma general- que nos han movido a elegir esta forma de vida. Si la convivencia se deteriora es más difícil evitar al vecino que en el bloque de pisos de la ciudad. De ahí que damos tanta importancia al cuidado de las relaciones en el proceso de aprendizaje de los grupos".


“Dicen los holandeses, primero la comunidad, luego el edificio, pues una buena vida comunitaria permitirá que surjan los cuidados voluntarios. Antes de que se generalizara el término Cohousing estas comunidades se auto denominaban comunidades intencionales, término que hace referencia al compromiso de vida de sus miembros, y no al hecho habitacional”.


“A comienzos de los años sesenta surgieron las primeras comunidades en Holanda y Dinamarca, centradas en el cuidado de los niños de forma comunitaria; en los 80 emergieron las iniciativas de personas mayores".


“Siempre hay una proximidad física en una comunidad de cuidados (no es una comunidad “extendida” vía internet). Por tanto, una comunidad de vecinos tradicional puede convertirse también en un Cohousing si los vecinos adquieren compromisos de cuidados y algún inmueble para zonas comunes (tal vez en las plantas bajas de su propio edificio). Pero el primer paso ha de ser el compromiso de cuidados entre las personas, la creación de una comunidad”.


“Las comunidades comienzan con un grupo pequeño de personas que cuentan con vínculos emocionales que las unen y que van madurando la idea lentamente. Este grupo motor es el embrión del proyecto, y en un determinado momento, llegan a la conclusión de que necesitan crecer y “organizarse” para llevar a cabo su idea. Es en este momento donde comienza el proceso de aprendizaje y formación de la comunidad más amplia, que se lleva a cabo en 3 grandes fases: creación de comunidad, diseño del edificio y formalización de compromisos de cuidados. Esta parte del proceso puede llevarles entre 2 y 3 años. Esta etapa tiene mucha carga emocional y de trabajo, y es una fase crítica para el éxito o el fracaso. Pero es necesario darse tiempo para poder ver si el proyecto encaja con nuestros deseos y necesidades. Veremos si estábamos buscando más una comunidad o unos apartamentos con servicios o un hotel geriátrico... Si nos interesa más contratar servicios profesionales o vivir en comunidad, o quedarnos en casa...”.
Miguel Ángel Mira recordaba a las 30.000 personas que fallecieron en los geriátricos en la pandemia y cómo el modelo español está ya totalmente desterrado en algunos países de Europa. “El modelo tradicional español hacía mucho hincapié en los aspectos geriátricos y médicos. La organización aseguraba el bienestar físico de los residentes, dejando en un segundo término las cuestiones emocionales. La pandemia ha desmontado esa creencia científica. Aquellos que han podido acceder a cuidados clásicos han comprobado su mayor utilidad que los médicos”.


“Afortunadamente, el modelo de residencia geriátrica para personas en situación de dependencia va evolucionando hacia el Modelo de Atención Integral y Centrada en la Persona (MAICP), que organiza las residencias en Unidades de Convivencia. ”Euskadi lideró el cambio de modelo, con el relevante papel de la Fundación Matia y el apoyo de su administración pública".
“Ven que lo que genera bienestar es la comunidad, no el servicio profesional sanitario. Esas personas, con altos grados de dependencia, se apoyan y cuidan unos a otros acompañados por los profesionales de referencia. Son los responsables de sus propios proyectos vitales y eso les permite reconocer que vivir en comunidad es clave para su bienestar, e incluso su supervivencia”.
“Nuestro cerebro descarta lo que detecta como innecesario para nuestra supervivencia. Por tanto, en una sociedad occidental y rica, llegar a la conclusión de que vivir en comunidad es necesario para nuestra supervivencia es una decisión consciente, no automática. No obstante, hay personas de distintas edades, que sí creen necesario recuperar la vida en comunidad para su bienestar y su supervivencia a cuenta de los cuidados mutuos que generan, y del aislamiento que apareja la sociedad de consumo”.


“Por eso, los denominados Cohousing intergeneracionales no tienen por qué entenderse como mejores o peores. Una comunidad de cuidados que reconoce el envejecimiento como una etapa de la vida también establecerá estrategias para que una persona con dependencia no tenga que marcharse. Si la comunidad intergeneracional es mayoritariamente de personas mayores, suelen establecer algún límite a los alojamientos ocupados por menores (por ejemplo el 20%), si consideran que muchas estrategias van a estar dirigidas a los cuidados de las personas mayores. Lo que es frecuente ver en los Cohousing intergeneracionales es que los horarios y costumbres de las familias con menores son distintas que los de las personas mayores ya jubiladas”.


Volviendo al arranque de los proyectos “el grupo motor o semilla no conviene que exceda de 15 personas, y conviene que adopte solo tres decisiones importantes: Dónde quieren vivir, el dinero que se quieren gastar y los valores y visión que proponen para vivir en comunidad. No les conviene tomar muchas decisiones, pues hay que integrar a muchas más personas luego, que también querrán sentir la comunidad como suya. El grupo embrionario ha de ser muy generoso en esto”.


“La tarea de encontrar un lugar es difícil y de duración incierta. Encontrar un inmueble adecuado y económico, ya sea un solar o un edificio para rehabilitar es caro y complicado. Las administraciones de momento no están ayudando demasiado, pero Miguel Ángel Mira confía en que los ayuntamientos, viendo proyectos de éxito, puedan facilitar las cosas poniendo a disposición de los grupos la posibilidad de adquirir inmuebles públicos, mediante derecho de superficie”.


De los proyectos de Cohousing senior en los que Jubilares ha participado, los dos más avanzados están en Madrid y Sevilla, y comenzarán sus obras a comienzos y a finales de 2023. Ambos nacieron en 2017-2018.


Los proyectos arquitectónicos que ha coordinado el estudio MMN arquitectos, en los mencionados Jubilares de Madrid y Sevilla, cuentan, aproximadamente, con un 65% de espacio en zonas de usos privado y un 35 % de zonas de usos comunitario.
“El proceso participativo de diseño, que se lleva a cabo en el Taller 2, consiste en detectar las necesidades y establecer con ellas un programa funcional. Generalmente optan por tener un Comedor-Cocina comunitario grande, donde quepan todas las personas, pero el resto del programa puede ser muy variable. El comedor cocina es el alma del Cohousing; en ambos proyectos deseaban zonas ajardinadas exteriores amplias (en Sevilla con piscina), un gimnasio para el ejercicio físico, lavandería comunitaria, salas de mayor tranquilidad y otras para actividades programadas como conferencias, talleres o cine-forum”.
“Las zonas de uso privado, tienen siempre su propia cocina, integrada en un espacio amplio, sala de estar-comedor-cocina, que se intenta sea pasante, es decir, que cuente con doble orientación y ventilación cruzada, y acceso a dos espacios exteriores: el jardín comunitario y el jardín privado”.


“Cuentan con, al menos, otra habitación de unos14 m2, contigua a un baño grande que pueda ser adaptado en un futuro a las necesidades de la persona usuaria. Una arquitectura adaptada y adaptable que pueda preservar un carácter hogareño, alejado de arquitecturas sanitarias o en las que priman la seguridad del usuario. Cada persona decora su casa a su gusto. Y es que en estas comunidades no hay un gerente que sea responsable de las vidas de los demás”.


Para favorecer la convivencia, La asociación Jubilares recomienda no superar las 30 unidades residenciales.
La asociación Jubilares se creó en 2012, después de dos años de gestación de la idea. Además del JUBILJUousing y las Comunidades de Cuidados, la asociación participa en el programa de la OMS de Ciudades Amigables con las Personas Mayores y en diversos proyectos relacionados con su objeto social, y forma una amplia red de conocimiento con muchos grupos y asociaciones vinculadas a los procesos de diseño participativo, el envejecimiento y el MAICP.
En este momento se encuentra en una fase de profesionalización de los equipos de gestión, que se espera pueda llevar a una nueva etapa.


“Han sido miles de horas de trabajo voluntario, no remunerado, para que el proyecto arrancara, y ahora nos gustaría que la asociación sea capaz de sostenerse a sí misma y acoger nuevas personas especializadas en la facilitación de proyectos de vida en comunidad”.